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martes, 15 de marzo de 2011

LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN INTELECTUAL


IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DOCTRINAL Y LA IGNORANCIA RELIGIOSA EN NUESTOS DÍAS


            Fácil es entender la importancia de la enseñanza de la doctrina y la preocupación por instruirse en materia religiosa, así como de propagar y defender la fe, si consideramos la vida de NSJC. El Maestro fue crucificado por sostener la Verdad hasta las últimas consecuencias. Y al culminar su vida terrena, antes de ascender al Padre, les deja como legado a sus apóstoles la obligación de difundir el Evangelio: “Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere será salvo; mas, quien no creyere, será condenado” (Mc.16, 15-16)

Por eso queremos mostrar qué dice el Magisterio y los santos acerca de dos temas íntimamente unidos:

1.      La importancia de la formación intelectual
2.      La importancia del apostolado de la pluma



I)- LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN INTELECTUAL

BENEDICTO XVI

“Hoy la ignorancia religiosa es tremenda, basta hablar con las nuevas generaciones…”
El 7 de marzo la Oficina de prensa de la Santa Sede anunció el proyecto de un compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.  En esa ocasión se consultó al Cardenal Ratzinger (hoy Benedicto XVI) el por qué de dicho proyecto.  Entre otras cosas dijo:
- Interlocutor: “Como afirma el Cardenal de Viena, Christoph Schönborn, la idea misma de Catecismo se rechaza con mucha frecuencia …”
- Ratzinger: Es verdad, hay cierta aversión contra cualquier intento de cristalizar en palabras una doctrina, en nombre de una flexibilidad, y en muchos corazones hay cierto antidogmatismo …
Hay que conocer la substancia de nuestra fe. Por eso hoy más que nunca es necesario un Catecismo.
- ¿También a la luz del «resultado catastrófico de la catequesis moderna» que denunció usted hace algunos años?
- Es un hecho. Sin condenar a nadie, es evidente que hoy la ignorancia religiosa es tremenda, basta hablar con las nuevas generaciones... Evidentemente, en el postconcilio no se ha logrado transmitir concretamente los contenidos de la fe cristiana.

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Ya a comienzos del siglo XX, el gran Papa San Pío X hablaba del asunto en términos totalmente vigentes, cuanto más si consideramos la crisis religiosa posterior a los años ’60.


SAN PÍO X


La causa principal de la crisis espiritual: la ignorancia.

“Los misteriosos designios de Dios han elevado nuestra pequeñez al oficio de Pastor Supremo, para que apaciente a toda la grey de Cristo, en unos días amargos y difíciles. El enemigo lleva ya mucho tiempo dando vueltas alrededor de esta grey, y le prepara trampas con tan malvada astucia, que ahora parece cumplirse más que nunca lo que ya el Apóstol advertía a los ancianos de la Iglesia de Éfeso: ‘Sé que ... os han de asaltar lobos voraces, que destrozarán el rebaño’. (Hech. 20,29). Todo aquel que todavía siente preocupación por la gloria de Dios, se pregunta cuáles son las causas y los motivos de este mal que está padeciendo la religión; como cada cual halla causas y motivos diferentes, también son diversos los medios que proponen para defender y restaurar el reino de Dios en la tierra. Nosotros, V.H., aunque no rechazamos otras opiniones, estamos con quienes piensan que el apocamiento y la debilidad actuales de las almas, de lo que resultan tantos males, se ha de achacar, principalmente al desconocimiento de las cosas de Dios.” (‘Acerbo nimis’)

Más aun, la ignorancia religiosa, es causa de condenación.

            “Con razón escribió nuestro predecesor Benedicto XIV: ‘Afirmamos que la mayor parte de quienes se condenan, sufren para toda la eternidad esa desgracia a causa de su ignorancia de los misterios de la fe, que deberían necesariamente saber y creer para poder ser contados entre los elegidos”. (id.)

La primera preocupación de los sacerdotes debe ser el instruir a sus fieles

            Para encender el celo de los ministros de Dios, conviene repetir que es enorme el número - y va en aumento - de quienes lo ignoran todo en materia de religión, o que tienen un conocimiento tan endeble de Dios y de la fe cristiana que, aunque están envueltos por la luz de la verdad cristiana, viven como si fueran paganos. ¡ Cuántos hay ! Y no sólo niños, sino también adultos e incluso ancianos, que ignoran en absoluto los principales misterios de la fe... “ (‘Acerbo nimis’)

La ignorancia no es patrimonio de gente sencilla, sino también de hombres de cierta cultura.

            “Hay que tener en cuenta que, hoy día, la mayor parte de los hombres han de ser considerados como ignorantes, en lo que se refiere a religión”. (A.n.)

            “¡ Cuántos son los que odian a Cristo, los que aborrecen a la Iglesia y al Evangelio por ignorancia más que por maldad! De ellos podría decirse con razón: ‘Blasfeman de todo lo que desconocen’ (Jud.10). Y este hecho se da no sólo entre el pueblo o en la gente sin formación que, por eso, es arrastrada fácilmente al error, sino también en las clases más cultas, e incluso en quienes sobresalen en otros campos por su erudición. Precisamente de aquí procede la falta de fe de muchos. Pues no hay que atribuir la falta de fe a los progresos de la ciencia, sino más bien a la falta de ciencia; de manera que donde mayor es la ignorancia, más evidente es la falta de fe. Por eso Cristo mandó a los Apóstoles: ‘Id y enseñad a todas las gentes’. (Mt. 28,19) (Enc. ‘E Supremi Apostolatus’)

            De todo ello deducimos que, estando hoy día la fe tan desmayada que en muchos parece muerta, el deber de enseñar el Catecismo ha sido descuidado o se ha abandonado por completo. No vale excusarse diciendo que la fe es un don gratuito que se nos funde a cada uno en el Bautismo. Es verdad que todos los que hemos sido bautizados en Cristo estamos enriquecidos con el hábito de la fe, esta semilla divina no crece y da ramas frondosas sin cuidados y como por propia virtud. También el hombre tiene, desde su nacimiento la capacidad de entender, pero esta facultad necesita de la palabra materna, para convertirse en lo que se llama acto...” (‘Acerbo nimis”)

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Paulo VI: “... Después del Concilio la Iglesia no ha ido en creciente sino en menguante, y el pueblo cristiano anda confuso, y desorientado en materia de fe y moral. Y los responsables de esto ante Dios son los obispos porque a ellos corresponde enseñar lo que el Señor exige creer” (Carta a los obispos del 8- XII- 1970 )


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Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viéredes ir conforme a la ley de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad y menosprecio de todas las cosas del mundo, y creed firmemente lo que tiene la Santa Madre Iglesia Romana, y a buen seguro que vais por camino muy bueno” (SANTA TERESA, Camino de perfección, 21, 10).
¿Y cuál fue la causa de este estado desastroso? Una sola: la introducción de creencias humanas en el lugar del dogma venido del cielo (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 4).
Si la sal se vuelve sosa...” Quienes estando puestos como cabezas de otros faltan, para nada aprovechan, sino para ser arrojados de su oficio de enseñar (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, val. I, p. 262).
“Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón. Poned todo cuidado, no sea que el enemigo, encontrando a alguno de vosotros desprevenido y remiso, le robe este tesoro, o bien se presente algún hereje que, con sus errores, contamine la verdad que os hemos entregado. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este depósito” (SAN CIRILO DEJERUSALÉN. Catequesis 5, sobre la fey el símbolo, 1213).
Tengo por muy cierto que el demonio no engañará—ni lo permitirá Dios—a alma que de ninguna cosa se fia de si y está fortalecida en la fe, que entienda ella de si que por un punto de ella morirá mil muertes. Y con este amor a la fe que infunde luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene ya hecho asiento fuerte en estas verdades, que no la moverían cuantas revelaciones pueda imaginar—aunque viese abierto los cielos—un punto de lo que tiene la Iglesia” (SANTA TERESA, Vida, 25, 12).
“Lo que por entonces sucedió muestra suficientemente los graves males a que puede dar lugar un dogma inventado. Todo se revolucionó: no sólo relaciones, parentescos, amistades, familias, sino también ciudades, pueblos, regiones. El mismo Imperio Romano fue sacudido hasta en sus fundamentos y trastornado de arriba abajo” (SAN VICENTEDE LERINS, Conmonitorio, n. 4).
“La Verdad es también luz. NO ver es estar a oscuras; ver algo de manera equivocada es estar doblemente a oscuras. La mayor parte de la realidad sólo puede ser conocida si Dios nos la muestra. Y lo que Dios nos muestra se llama Doctrina; si falta la Doctrina nos falta luz. Andar a tientas en la oscuridad, aunque tengamos la tranquilidad de saber que quien nos guia ve con claridad, no es lo mismo que andar a la luz del pleno dia; peor seria, claro está, dejarse llevar en la oscuridad por guias ciegos. NO obstante, no deja de ser aquélla una situación bastante precaria” (F. J. SHEED, Teología para todos, pp. 14-15).
“De la mayor importancia en la lucha (contra la incredulidad) [...], es un conocimiento notable, preciso y completo de la teología católica. Esta, aunque no es polemista, es la mejor arma (después de una vida santa) en la polémica. Cualquier chico bien instruido en catecismo es, sin él sospecharlo, un auténtico misionero “ (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario S. Bernardo, 3-X- 1 873).
“Porque quien más conoce a Dios, más fácil se le hacen sus obras” (SANTA TERESA, Fundaciones, 3, 5).
No pocos de vosotros estáis dedicados a la formación teológica de los fieles, a la dirección de centros educativos o de asistencia y dirigís publicaciones de información y de formación A través de todos estos medios, procurad educar integralmente, inculcar un profundo respeto y amor a la Iglesia y animar a una sincera adhesión a su Magisterio. No seáis portadores de dudas o de «ideologías», sino de «certezas» de fe. El verdadero apóstol y evangelizador, declaraba mi Predecesor Pablo Vl, «será aquel que, aun a costa de renuncias ~ sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás. No vende ni disimula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar. No rechaza nunca la verdad» (Exhort. apost. Evangelii nuntiandi, 78). [...] Más concretamente, en el campo doctrinal y en materia litúrgica, evitando ciertas posturas criticas llenas de amargura, que oscurecen la verdad, desconciertan a los fieles y a las mismas personas consagradas. La fidelidad al Magisterio no es freno para una recta investigación, sino condición necesaria de auténtico progreso de la verdadera doctrina. (JUAN PABLO II, Aloc. a los religiosos y miembros de Inst. seculares masculinos, Madrid, 2-XI-1982).
“El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las adversidades” (SANTo TOMÁS, en Catena Aurea, val. 1, p. 52).
“La palabra de Dios no puede, en modo alguno, quedar oculta bajo el celemín; al contrario, debe ser colocada en lo más alto de la Iglesia, como el mejor de sus adornos” (SAN MÁXIMO, Cuestiones a Talas¿o, 63).
La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las tinieblas de la ignorancia (San Cirilo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).
Hoy quien ocupa un puesto debe tener la competencia necesaria; es necesario prepararse. El general Wellington, el que venció a Napoleón, quiso volver a Inglaterra a ver la escuela militar donde se había preparado, y dijo a los alumnos y oficiales: «Mirad, aquí se ha ganado la batalla de Waterloo». Así os digo yo a vosotros, queridos jóvenes. Tendréis batallas en la vida dentro de 30, 40, 50 años; pero si queréis vencerlas es preciso que comiencéis ahora, preparándoos, siendo asiduos al estudio y a la clase” (JUAN PABLO 1, Angelus, 17-lX-1978).
“No sé cuántas veces me han dicho que un anciano irlandés que no sepa más que rezar el Rosario puede ser más santo que yo, con todos mis estudios. Es muy posible que así sea; y por su propio bien, espero que así sea. No obstante, si el único motivo para hacer tal afirmación es el de que sabe menos teología que yo, ese motivo no me convence; ni a mí ni a él. No le convencería a él, porque todos los ancianos irlandeses con devoción al Santo Rosario y al Santisimo que he conocido (y muchos de mis antepasados lo han sido) estaban deseosos de conocer más a fondo su Fe. No me convencería a mí, porque si bien es evidente que un hombre ignorante puede ser virtuoso, es igualmente evidente que la ignorancia no es una virtud. Ha habido mártires que no hubieran sido capaces de enunciar correctamente la doctrina de la Iglesia, siendo el martirio la máxima prueba del amor. Sin embargo, si hubieran conocido más a Dios, su amor hubiera sido mayor” (F. J.SHEED, Teología para todos, p. l5-16).


2. LA IMPORTANCIA DEL APOSTOLADO DE LA PLUMA

EL LIBRO EN GENERAL

            “Una habitación sin libros, es como un cuerpo sin alma” (Cicerón)
            “Un armario de libros es el más hermoso de los jardines. Y un paseo por sus estantes es el más dulce y el más encantador de los paseos” (“Mil y una noches”)

“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido un corazón que llora.” (Proverbio hindú)

            “El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”  (Rubén Darío)

            “No hay un libro tan malo que en alguna de sus partes no pueda ser útil” (Plinio el Viejo)
            “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno” (El Quijote)

            “Es un buen libro aquel que se abre con interés y se cierra con provecho” (Alcote)

            “No es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos” (Séneca)

            “Quitarme de leer, es matarme” (Menéndez y Pelayo)



ALGUNOS SANTOS QUE LO CONFIRMAN

(Datos sacados del folleto: “Apóstoles de la prensa”, Rafael M.López, Menús, Apostolado Mariano, Sevilla, 1995; muy sorpresivamente no incluye a Don Bosco!!!)

San Francisco de Sales (1567-1622): Patrono de los periodistas católicos (así lo declaró Pío XI en 1932)
            1. “Ten siempre a la mano algún libro bueno y devoto…y lee todos los días un poco con gran devoción, como si leyeras cartas que los santos te hubiesen escrito desde el cielo, para enseñarte el camino y animarte a ir allá. Lee también las historias y vidas de los santos, en las cuales como en un espejo, verás el retrato de la vida cristiana, y acomoda sus acciones a tu provecho según tu vocación” (“Introducción a la vida devota”)
            2. “Guárdate, sobre todo de malos libros; por nada del mundo te seduzcan ciertas obras muy admiradas de los cerebros débiles que hacen gala de ponerlo todo en duda, de menospreciarlo todo y de burlarse de toda norma tradicional. Búscate por el contrario, libros de sólida doctrina, cristianos y espirituales, para recreaerte siempre” (Carta a un joven – 8-XII-1616)

San Luis María Grignon de Montfort (1673-1716)

San Alfonso María de Ligorio (1706-1787)

            “¡Oh, cuán grandes son los bienes que producen la lectura de los libros santos!...El alma, embebida en santos pensamientos por medio de las buenas lecturas, estará mejor dispuesta para rechazar las tentaciones…Por eso decía san Jerónimo: ‘No dejes de las manos los libros santos, que serán como un escudo donde reboten las flechas de los malos pensamientos”
            “¡Oh, cuántos santos han abandonado el mundo y se han convertido a Dios por la lectura de un libro espiritual!”
            “Pero no se crea que los libros ayudaron a los santos solamente al principio de sus conversiones; pues ellos fueron su ayuda durante toda la vida para conservar y aumentar cada día más su perfección. Pues, ¿cómo podían los santos anacoretas pasarse tan largos años en el desierto, lejos de todo trato humano, sino con la ayuda de la oración y de los libros espirituales?”

(“La monja santa”)


San Antonio María Claret (1807-1869): fundó la “Hermandad espiritual de libros buenos” ; la “Librería Religiosa” y las “Bibliotecas Populares”.
De él dijeron los Papas:
            - Pío XI: “…Queremos decir la imprenta, el libro. Se ha dicho que de haber vivido san Pablo en nuestros días, se hubiera hecho periodista…
            Es un título, una gloria, un mérito característico de Antonio María Claret el haber juntado con felicísimo maridaje el apostolado, el ministerio de la predicación, de la caridad, de la obra, del ejercicio personal, con el empleo más amplio, más moderno… más popularmente genial del libro, del opúsculo, de la hoja volandera, devoradora del espacio”
            - Pío XII: “Entre otras obras de apostolado, juzgó que sería de gran utilidad a la defensa del rebaño de Cristo, el imprimir y divulgar toda suerte de escritos acomodados a su tiempo. Publicaba continuamente libros y opúsculos acomodados a las condiciones de todos…”

Palabras del santo:

            “Un libro del espíritu de Cristo es el medio más eficaz de apostolado. Es incalculable el bien que puede hacer uno solo”  (A los miembros de la Academia San Miguel)

            “Uno de los medios que la experiencia me ha enseñado ser más poderoso para el bien es la imprenta, así como es el arma más poderosa para el mal cuando se abusa de ella”.
            “Son los libros la comida del alma, y a la manera que si el cuerpo al cuerpo hambriento le dan comida sana y provechosa le nutrirá, y si la comida es ponzoñosa le perjudicará; así es la lectura, la cual si es de libros buenos y oportunos a la persona y las circunstancias propias nutrirá y aprovechará mucho; pero si es de libros malos, periódicos impíos y folletos heréticos corromperá las creencias y pervertirá las costumbres. Empezando por extraviar el entendimiento, luego corrompe el corazón, y del corazón corrompido salen todos los males…”
            “Los libros han de ser pequeños, porque la gente anda aprisa y la llaman por todas partes…Si el libro es voluminoso, no será leído; únicamente servirá para cargar los estantes de las librerías y bibliotecas”[1]
            “Al considerar el bien tan grande que trajo a mi alma la lectura de libros buenos y piadosos es la razón por que procuro dar con tanta profusión libros por el estilo, que darán con mis prójimos, a quienes amo tanto, los mismos felices resultados que dieron en mi alma” (Autobiografía)

            “Al predicador no se le puede hallar tan fácilmente como a un libro. Lo que dice el predicador pasa de largo y, por lo mismo, no causa tan profundo efecto; pero un libro bueno lo podemos tener continuamente en nuestras manos, lo podemos revolver siempre que nos dé la gana, lo podemos meditar y rumiar detenidamente y así producir felicísimos efectos. Y por lo común se puede decir que la instrucción de viva voz da más prontos resultados, pero no son tan duraderos como los que se producen por medio del libro, que son más lentos, pero más permanentes”.

            “La mejor limosna es un buen libro”

            “El objeto más piadoso, útil y en el día necesario a que puede aplicarse la cantidad que usted me indica es, sin duda, la propagación de buenos libros. Todos los días veo y toco esa necesidad y utilidad; por eso exhorto a todas las personas que presentan alguna ocasión, y para eso trabajo, y en eso invierto los ahorros que puedo…” (Palabras al Sr. José Quintana)

           


San Juan Bosco (1815-1888)

CIRCULAR A LOS SALESIANOS SOBRE LA DIFUSIÓN DE LOS BUENOS LIBROS (Turín, 19-III-1885)

            “…Deseoso de veros crecer día tras día en celo y méritos ante el Señor, no he de perder ocasión de sugeriros, oportunamente, lo que juzgue más eficaz para que vuestro ministerio dé el mayor fruto.
            Entre todos los medios, es el de la difusión de los buenos libros el que yo intento recomendaros ahora encarecidamente, para gloria de Dios y salvación de las almas. No dudo en calificarlo de divino, pues que Dios mismo lo utilizó en la salvación del hombre...
            A nosotros nos toca, pues, imitar el modo de obrar del Padre Celestial. Los buenos libros, repartidos entre el pueblo, son uno de los medios verdaderamente a propósito para mantener el Reino de Dios entre las almas
            Y han venido a ser tanto más imprescindibles cuanto que cada día la impiedad y la inmoralidad utilizan esta misma arma para hacer estragos en el rebaño de Cristo, ya que seducen y arrastran a la perdición a incautos y desobedientes.
            Por lo mismo, ha de oponerse arma contra arma.
            Añadid a esto que si un buen libro no tiene la fuerza que emana de la palabra hablada, con todo, presenta otras ventajas que en ocasiones son mayores. Un libro puede entrar hasta en las casas en que no entra el sacerdote, y hasta los mismos malos lo toleran como recuerdo o regalo. Cuando se ofrece a sí mismo, no se sonroja, y si se le abandona, no se enfada; enseña la verdad sin prisas si se le lee, y, despreciado, no se queja, sino que suscita el remordimiento aquel que produce deseos de conocer la verdad: él siempre está a punto para enseñarla. A lo mejor se está, cubierto de polvo, sobre el pupitre del estudio o en el anaquel de la biblioteca, y nadie piensa en él; pero, llega la hora de la soledad, del desánimo, del dolor, de la tristeza, o simplemente de la necesidad de distracción o de la angustia del futuro, y entonces este amigo fiel se sacude el polvo, abre sus páginas… y se repiten las prodigiosas conversiones de San Agustín, del beato Colombino y de San Ignacio de Loyola.
            Comprensivo con los miedosos a causa del respeto humano, se entretiene a solas con ellos si levantar la menor sospecha; familiarizado con los buenos, está pronto a darles conversión y a acompañarlos siempre y a todas partes. ¡Cuántas almas salvaron por los buenos libros; a cuántas preservaron de la corrupción y espolearon al bien!
            Quien regala un libro, aunque no obtenga otro resultado que el de haber suscitado un pensamiento sobre Dios, ya se apunta ante éste un mérito incomparable.”


San Enrique de Ossó (1840-1896)


San Maximiliano Kolbe (1894-1941)

            Cierto día llegó a visitar aquella gran ciudad de la Virgen Inmaculada, con tanta maquinaria moderna, un canónigo polaco, y al contemplar aquellas rotativas impresoras, dijo un poco maliciosamente:
-         “Si viniese ahora y viese estas máquinas tan costosas San Francisco, ¿qué diría de todo esto?
-         Pues se arremangaría el hábito, pondría las máquinas a toda marcha y trabajaría como lo hacen estos buenos hermanos, de esta forma tan moderna, para difundir la gloria de Dios y de la Inmaculada”

“Nosotros, los religiosos, podemos vivir en barracas, con la ropa remendada, alimentándonos modestamente…pero nuestras máquinas tipográficas que sirven para dar gloria a Dios difundiendo su mensaje de salvación deben ser las mejores y del último modelo…”


Beato Tito Bransdma, carmelita, holandés (1881-1942). Murió en el campo de concentración de Dachau.
En 1935 se lo designó como Asistente Eclesiástico de la Unión de Periodistas Católicos. Con ocasión de dicho nombramiento dijo lo siguiente: “Nosotros, periodistas católicos, debemos tener presente en primer lugar que nuestra actuación debe ser positiva, constructiva. Ese es el camino querido por Dios para trabajar por la causa católica. En segundo lugar, debemos tener en gran honor la caridad como deseo del Señor. El amor debe resplandecer en el tono pacífico de la prensa católica”
Tenía canet internacional de periodista.
Fue designado por Juan Pablo II como “Patrón de los periodistas católicos”.

“La prensa, después de los templos, es el primer púlpito para enseñar la verdad. Es la fuerza de la palabra contra la violencia de las armas”.




           






[1] Muy cierto sobre todo para nuestro tiempo. “Lo breve, si bueno, dos veces bueno” (Baltasar Gracián)

1 comentario:

  1. Un buen ejemplo también son San Agustín, Santo Tomás de Aquino y San Buena Ventura. Un Abrazo a todos, artículo muy interesante. Que Dios los Bendiga.

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